Jesús Gil y su hijo diseñaron y realizaron una operación tendente a eliminar su deuda perjudicando al club, que no percibe dinero alguno. La fórmula que idean consiste en la firma de un contrato por el que «con manifiesto abuso, perjuicio y deslealtad hacia el club» simulan el pago de la deuda mediante la cesión de los derechos de imagen de cuatro jugadores.